Hoy, a punto de terminar el día de Reyes, recién acabé de leer el libro "El niño con el pijama de rayas" de John Boyne. Y es de esos libros que devoras. Que tienes ganas de acabar con lo que estás para poder continuar con la lectura. Y así es, un libro sencillo de leer e igualmente sencillo de conmover.Ayer, tuve un día de esos en los que te paras a escuchar tus pensamientos durante más tiempo del debido, pues son pensamientos de los que pesan, no de los que te hacen volar. Y bueno, pensaba en la situación actual que estoy atravesando: de trabajo inestable, de situación de familiar bien delicada, de no tener a nadie especial (llámese pareja) que te haga un poco más llevaderos estos momentos...en fin, también agradezco el tener gente cerca que me quiere mucho y así me consta...
Hoy, cuando termino de leer el libro, me pongo a pensar, en que mientras es día de ilusión para tantos niños, y habrán tantos niños jugando con sus juguetes nuevos, a la vez habrán otros miles y millones de tantos niños que no tienen con que jugar, pero tampoco que comer. Y de repente, pienso en aquellos niños judíos de ayer, pero también en los niños desnutridos, en los niños suicidas, en los niños de las guerras civiles, en los niños de los países invadidos, en los niños de la calle, en los niños que en Túnez me ofrecían collares de peces hechos con migas de pan, y también en Túnez en el niño que caminaba bajo un inmenso calor, kilómetros y kilómetros vendiendo botellas de agua fresca...en todos esos niños de hoy que se encuentran en tales desmerecidas situaciones...
Y entonces, pienso que no tengo derecho hoy, a quejarme por nada de lo que me aturdía ayer. Y termino diciendo que no tengo derecho a quejarme...por lo menos...(y acabo con la misma frase con la que pone fin a su libro John Boyne)...Hoy en día, no.
Después de ésto, me voy a la cama, antes me pondré mi pijama, que por suerte...no es el pijama de rayas.
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